En estos tiempos donde a River lo "tienen de hijo" los arbitros, les traigo esta hermosa historia que el fútbol supo regalarnos. Cuenta la leyenda que en un partido jugado en la cancha de Talleres (era el nombre de la estación del Ferrocarril del Sud y que posteriormente se llamó Remedios de Escalada) por uno de los torneos de ascenso de nuestro futbol fue agredido salvajamente un árbitro de apellido Pascualini.
Allá por el año 1944, los jueces declararían una huelga y la Asociación, no muy contenta por esa rebeldia, los suspendería seis meses. Al mismo tiempo, abrió un registro "polémico" para que se inscribieran árbitros con alguna capacidad.
Y fue ahí cuando a partir de la decimoséptima fecha del torneo la conducción de los partidos del campeonato superior fue confiada a jueces improvisados, como el caso de un tal Mario Pajoni, quien había sido futbolista -actuó en Platense- en la década anterior y que supo dirigir varios partidos con la particularidad de !Usar anteojos!.
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