Se terminó la agonía para Independiente. Correa ajustició a un equipo que hoy escribió con lagrimas la página más triste de su exitosa historia. El milagro no se presentó en Avellaneda (fue derrota ante San Lorenzo), y así y todo tampoco lo ayudaron los resultados en San Juan y La Paternal.
El fútbol tiene estas cosas duras de digerir. No lo digo solo por el descenso en si, sino por quien desciende y quien lo hizo un año atrás. Impensado para alguien que creciera en la década del 80, donde Independiente ganó todo y se cansó de viajar por todo el mundo, o en el 90 donde fue River quien se quedó con la mayoría de los torneos locales (seguido de cerca por Velez). Y no me quiero ir más lejos, sino la nota no la termino hoy y dudo que llegue para mañana.
En fín, sobran las palabras en estas situaciones extremas del fútbol y solo resta agregar que esto fue producto de tres pauperrimas temporadas donde desfilaron jugadores que decepcionaron y ni hablar de los técnicos que ni se arrimaron a las expectativas. Completan el podio de culpas (si se quiere llamar así, los porcentajes los sacará ustedes) dos pensamientos bien opuestos como Comparada y Cantero, unidos por esta decepción con aroma a catastrofe.
¿La gente?. Tendrán su cuota de culpa también, ojo. Me eximo de la critica porque la despedida brindada hoy excede un comportamiento ejemplar como dijeron algunos. Eso fue pasión. Por eso es tan lindo el fútbol.
Cierro la nota que jamás pensé escribir dejando un fragmento de una canción que resume este momento a la perfección. Es de los Cadillacs y le da el titulo a este post.
"Yo a vos no te creo nada, como vos vas a creer en mi
Universos de tierra y agua, me alejan de vos
Las tumbas son para los muertos..."
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